viernes, 22 de junio de 2012

Invirtamos de verdad en turismo de naturaleza

Parece que no hay manera, que no nos van a dejar que sea de otra forma. Nos condenan y nos condenamos nosotros con nuestra resignación, a que en esta entelequia que se llama Unión Europea se nos asigne el papel de comparsa por no saber gobernar ni gobernarnos, dicho esto con la mayor acepción de este concepto. Bueno, parece también que todo el sueño de que por fin saliéramos del marasmo histórico del que nos estaban liberando (entre otros) nuestros investigadores con los miles de artículos publicados en los últimos años, de altísimo nivel científico, reconocidos internacionalmente, ya no proseguirá gracias a la estulticia de muchos y la avaricia de no pocos. No quiero entrar en detalle, desgraciadamente de ello hay ríos de tinta impresa ya en todos los formatos y no descubriría nada nuevo.

Nos queda mirar para delante y recapacitar. Nos queda sacar provecho de los inmensos recursos naturales que nuestra geografía nos regala, ya sea en forma de esa energía inacabable que poseemos a raudales o de nuestro inmenso patrimonio cultural y natural. Como de esto último trata este blog y además en eso sí que somos afortunadamente muy ricos, pues, seamos lo suficientemente inteligentes para aprovecharlo con conciencia, es decir con conocimiento y plenitud. Contamos con la mayor biodiversidad de toda Europa, no sólo en especies vivas sino en paisajes y culturas desarrolladas en ellos, léase agroculturas que durante siglos modelaron especies diversas hasta constituirse también en el mayor patrimonio genético de este “continente”. Este enorme patrimonio también ha sido y es coparticipe en el mantenimiento de esa rica biodiversidad de la que hablo. Si eso cotizara en los activos de las riquezas nacionales, que lejos por debajo nos quedarían las potencias hegemónicas europeas que hoy dictan nuestra suerte. Y es aquí donde quiero llegar.

Vamos a unir dos elementos que jugando a nuestro favor, no somos capaces de enlazar para darnos cuenta de que puede ser una fuente de creación de riqueza bien entendida, racional, sostenible y por ende con sentido.  Me estoy refiriendo a clima y biodiversidad, concretándose en su explotación a través del turismo de naturaleza.Quiero dejar claro que cuando digo turismo de naturaleza, no me estoy refiriendo al tipo de turismo que la utiliza como mero soporte físico para desarrollar actividades recreativas de diversión o los llamados deportes de “aventura” si no conllevan absoluto respeto. Estas actividades a mi entender, aún siendo lícitas siempre que no alteren el entorno, no representan el cambio de paradigma que debemos tener en cuanto a nuestra relación con la naturaleza, que nos debe llevar a restablecer la armonía y conexión perdida, respetando su equilibrio dinámico, sin pretender dominar nada.

Diversos estudios han confirmado que en los países donde este binomio se da, el ecoturismo es más rentable que la agricultura y la ganadería y además promueve la conservación de la naturaleza, de la que todos finalmente dependemos. El paradigma de ello lo podemos encontrar en países como Costa Rica donde este sector genera mayor riqueza que las principales producciones nacionales como el ganado, el café, el plátano o la piña juntos, siendo de esta última, el segundo productor mundial. Todo ello gracias a su enorme biodiversidad, pero sobre todo a su gestión y buen hacer. Países de este entorno como Honduras poseen una riqueza muy similar, pero su gestión y buen gobierno no la permiten despegar en este sentido. Es el contrasentido que nos sirve como ejemplo a no seguir.
Costa Rica supo apostar durante la década de los 80 por ello, en una región muy difícil por plagada de conflicto bélicos, marcó su diferenciación atrayendo a la comunidad científica de Estados Unidos y Europa que se encargo de invertir y divulgar su riqueza, lo que trajo como benefactor efecto secundario la llegada de turismo de naturaleza. Hoy es su principal industria, y su principal empeño conservarla. No tiene ejercito al uso, pero sí uno compuesto de conservacionistas y gente que de una u otra manera vive de que su medio sea preservado. Esto lo han entendido bien gobernantes y gobernados.

Nuestro clima es demandado por una gran parte de turismo, nacional y sobre todo internacional, mucho de lo cual es sensible y amante de la naturaleza que desconoce esta riqueza que atesoramos, porque nuestros gobiernos invierten masivamente en divulgar poco más que folclore, sol y playa. De ésto tenemos muchos competidores en nuestro entorno geográfico, pero no de lo que hablamos. De los 226 tipos de hábitats reconocidos de alto interés en la UE por la Directiva Hábitats, 121 (el 54%) se encuentran en territorio español. Contamos con el mayor número de especies de mamíferos, aves y reptiles y estamos en tercer lugar en cuanto a anfibios y peces.  De todo ello, Andalucía por su estratégica situación geográfica tiene un destacado papel, de las 636 especies de vertebrados identificadas en España, más de 400 habitan en esta comunidad, convirtiéndola en la de mayor riqueza faunística. Tenemos pues la riqueza, aprovechémosla para generar empleo con racionalidad, conservándola para que su productividad se mantenga para el bien de todos, indefinidamente.